22 may 2013

¿Cuáles son los puntos fuertes de España?

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(Extracto del artículo de Jorge Sicilia, economista jefe del Grupo BBVA, publicado en El País el 20 de mayo de 2013)

¿Cuáles son los puntos fuertes de España?

A la pregunta “¿qué tal?” a veces se contesta “bien… ¿o te cuento?”.

Lo que “contaban” algunos en España hace unos años era que no todo estaba tan bien como los datos de crecimiento parecían sugerir y que se necesitaba corregir deficiencias crónicas de nuestra economía.

Y ahora, ¿cómo estamos? Pues siguiendo con la analogía anterior, “mal… pero les cuento”. No son cuentos de varita mágica y aceptan matices, pero en la economía española hay fortalezas y buenas tendencias; y las habrá mejores si el país se centra

Empecemos por lo que se puede ver: hay una España que va mejor. Es verdad que el PIB cayó en 2009 y se estancó en los dos años siguientes, para volver a caer en 2012. Sin embargo, excluyendo los sectores que se deben ajustar —la construcción, el sector público y los servicios financieros— el resto de la economía, que es casi un 70% del PIB, creció a tasas superiores al 2% en 2010 y 2011. Estos sectores han decrecido algo en 2012, pero menos que el PIB, y ya en parte por el efecto de las altas tensiones financieras.

Esta evolución económica es consecuencia de las exportaciones, que ya han subido un 15% desde los niveles previos a la crisis y en torno a un 25% desde el suelo de 2009. Junto con la caída de las importaciones, el sector externo ha ido aportando cada vez más al crecimiento: 0,3 puntos porcentuales en 2010, 2,3 puntos en 2011 y 2,6 en 2012. Y ha conseguido dar la vuelta al elevado déficit por cuenta corriente que teníamos.

En los últimos 10 años, a pesar de la entrada de China en la arena comercial internacional. España ha reducido en ese periodo un 9% de su cuota de exportación frente a la pérdida del 40% de Francia y el 12% de Alemania, por ejemplo. Y en algunos sectores, como aquellos que engloban servicios legales, ingeniería, arquitectura y marketing, España ha aumentado su cuota de mercado global de un 2,5% a un 3,2%, que no es poco.

La moderación salarial iniciada en 2012 ha evitado la pérdida de 60.000 empleos

En España partimos de una buena situación. Si hacemos un mapa del grado de complejidad (mayor cuanto menor es el número de países que puede exportar esos productos) y de conectividad (mayor cuanto mayor es la capacidad de extender la exportación de lo que produce a otros sectores) de las exportaciones, España aparece por encima del promedio mundial en ambas variables. Esto es importante porque les recuerdo que bajo la hipótesis que Ricardo Hausmann ha elaborado y probado, niveles más altos de ambos son indicadores adelantados de éxito en la globalización. Y además el crecimiento de las clases medias y las necesidades de infraestructuras en emergentes van a ayudar a que la demanda de estas zonas vaya acercándose más aún al patrón de las exportaciones españolas.

Pero hay un límite a estas mejoras si no cambia la estructura de precios. Pero aquí tampoco vamos mal. Desde 2008 solo Irlanda ha podido recortar más rápido los costes laborales unitarios que el 5% que ha corregido España, mientras que en Francia o Alemania subían más de un 10%. Y esto se explica por un fuerte aumento de la productividad: un 12%, que en algunos sectores como el de la industria y las manufacturas ha superado el 20%.

Ni antes se podía pensar en crecer siempre al 3% ni hoy es imposible volver a tasas del 2%

El resto de la economía tendrá que seguir ajustándose, lo que no es incompatible con que haya crecimiento. El sector público ha de seguir caminando hacia un equilibrio estructural, que permita eliminar la incertidumbre sobre el ritmo de reducción de la deuda cuando se crezca. Y en el futuro, ir adaptando su estructura de gasto e impositiva hacia el nuevo tipo de crecimiento al que vamos, con un menor peso del consumo que antes; y a una imposición más favorable a la creación de empleo.

Segundo, terminar la ya muy avanzada reforma del sistema financiero, vital para consolidar el crecimiento a través de la provisión de crédito a las empresas. Y hacer esto compatible con la reducción de la deuda en la parte del sector privado que está sobrendeudada, como el inmobiliario. Y con que exista flujo de crédito para las empresas con futuro, lo que se puede facilitar con algunas medidas certeras para el crédito a pymes.

Pero en conjunto, el proceso de ajuste de los desequilibrios externo y fiscal, que pesaban como losas en los inversores, está avanzando.

Finalmente, lo que no se ve. El mercado laboral. La tragedia del desempleo. Hemos vivido en los últimos 30 años con un mercado laboral disfuncional, donde cada mal ciclo nos empujaba a tasas de paro por encima del 20%. Pues bien, la reforma laboral de 2012 avanza en la dirección de solucionar algunos de sus problemas: la falta de flexibilidad en las negociaciones salariales de acuerdo a las condiciones de la empresa, y los altos costes de despido para una parte privilegiada de los trabajadores que dificulta la entrada de nuevos trabajadores al mercado laboral con contratos fijos.

Estimamos que la tasa de empleo en el medio plazo será en torno a un 10% más elevado de lo que sería sin la reforma. Más aún, estimamos que el impacto de la moderación salarial que en España solo se ha producido a partir de 2012, a pesar de que la crisis comenzó en 2008, ha evitado una pérdida de 60.000 empleos a corto plazo y que esta moderación salarial hubiera podido evitar la pérdida de un millón de empleos si hubiera comenzado en 2008.

Pero volviendo al principio, ni antes se podía cabalmente pensar que España podía crecer al 3% para siempre, ni hoy se debe pensar que España no es capaz de volver a crecer a tasas por encima del 2%.

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